En el mundo siempre cambiante y complejo de los negocios modernos, la administración eficaz de la tesorería desempeña un papel crucial en el mantenimiento de la salud financiera, la estabilidad y la durabilidad de las empresas actuales. No obstante, en ocasiones, las propias empresas pueden sentirse perdidas al abordar esta tarea.
A continuación, analizaremos los principales enfoques de gestión de tesorería que están disponibles, detallando sus definiciones, sus aplicaciones y las empresas que pueden obtener los mayores beneficios de cada uno de ellos.
Un modelo de gestión de tesorería se define como un enfoque estructurado y estratégico cuyo propósito es la administración y optimización de los recursos financieros de una empresa, especialmente en lo que respecta al manejo de efectivo y equivalentes de efectivo.
El propósito fundamental de estos modelos es garantizar que la organización pueda cumplir con sus compromisos financieros, al mismo tiempo que maximiza su rentabilidad y minimiza los riesgos asociados. Este enfoque resulta crucial para preservar la liquidez, la solvencia y la sostenibilidad financiera a largo plazo de una empresa.
Dentro de un modelo de gestión de tesorería, se encuentran diversas funciones y responsabilidades, que incluyen las siguientes:
En el ámbito de la gestión financiera, las organizaciones tienen a su disposición diversos modelos que pueden implementar con el fin de mejorar la administración de sus recursos de tesorería. Entre los modelos más habituales se encuentran los siguientes:
El modelo de Baumol y Tobin se basa en la premisa de que, ante posibles necesidades de tesorería en el futuro, las empresas pueden vender una parte de sus activos para aumentar sus recursos líquidos. Sin embargo, estas transacciones conllevan costos. Por lo tanto, este enfoque compara los costos asociados con el mantenimiento de efectivo frente a los costos de las transacciones necesarias para convertir las inversiones a corto plazo en efectivo. El objetivo es minimizar los costos totales, manteniendo un saldo óptimo de efectivo que sea suficiente para las operaciones diarias sin incurrir en excesos innecesarios.
El modelo de Beranek resulta especialmente beneficioso para aquellas empresas que cuentan con un mayor control sobre los pagos en comparación con los cobros, una situación que a primera vista parece más plausible. La solución que plantea el modelo de Beranek consiste en mantener un saldo de caja que garantice la prevención de una insuficiencia de fondos. En otras palabras, se asegura de que las necesidades de tesorería no superen los saldos disponibles.
El modelo de Miller-Orr se destaca en el contexto de empresas con flujos de efectivo imprevisibles. Plantea la idea de que las empresas deben establecer tres niveles límites para sus saldos de efectivo: un límite superior, un límite inferior y un límite de retorno. Cuando el saldo de efectivo alcanza el límite superior, se realiza una transferencia de una cantidad fija a inversiones seguras a corto plazo. Por otro lado, si desciende al límite inferior, se efectúa un retiro de una cantidad fija de las inversiones para reponer el saldo de efectivo.
El modelo de Stone se centra en la optimización de la liquidez y la gestión de los recursos financieros. Cada flujo de efectivo se puede dividir en dos componentes: uno conocido con certeza y otro aleatorio. Además del efectivo, este modelo considera activos con vencimiento y tasas de interés variables.
El objetivo de este modelo es regular el nivel de liquidez de acuerdo con un óptimo predefinido. Para lograrlo, las decisiones se dividen en dos fases: la ejecución de una transacción y la elección de su composición. Se establecen dos límites, uno superior y otro inferior. Cuando la liquidez supera uno de estos límites, se evalúan las previsiones para los días venideros.
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