Si estás pensando en montar tu propio negocio y barajas la opción de crear una empresa, es muy probable que hayas oído hablar de la Sociedad Limitada (SL). No es casualidad, ya que es la forma jurídica más utilizada por los emprendedores en España.
Si este es tu caso, es importante que conozcas los impuestos que tendrás que pagar como SL y las obligaciones fiscales que implica gestionar este tipo de sociedad.
La Sociedad Limitada es un tipo de empresa cuyo capital social se divide en participaciones repartidas entre los socios. Su principal ventaja es que la responsabilidad de cada socio está limitada a la cantidad que haya aportado al capital de la empresa.
Esto significa que, si la SL acumula deudas, los socios solo responden con el dinero que han invertido en la sociedad y no con su patrimonio personal. En otras palabras, sus bienes privados quedan protegidos frente a posibles problemas económicos de la empresa.
Si tienes una SL, es fundamental que estés al día con tus obligaciones fiscales. Como cualquier empresa, esta forma jurídica debe abonar ciertos impuestos dentro de los plazos establecidos por Hacienda. A continuación, te contamos cuáles son.
Cuando una persona trabaja y genera ingresos, ya sea como asalariado o como autónomo, tiene que pagar el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Algo similar ocurre con las empresas, pero en su caso el tributo que deben abonar es el Impuesto sobre Sociedades (IS).
Este impuesto grava los beneficios que obtienen las empresas, es decir, las ganancias que generan tras restar los gastos a los ingresos. Al igual que en el IRPF, las sociedades pueden aplicar ciertas deducciones para reducir la cantidad a pagar de forma totalmente legal.
El tipo impositivo general del IS es del 23% para aquellas empresas que facturen menos de un millón de euros al año, mientras que las que superen esa cantidad tributan al 25%. Además, algunos negocios, como las empresas de nueva creación, pueden beneficiarse de tipos reducidos.
El Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) es un tributo que se aplica al consumo de bienes y servicios y que deben pagar tanto particulares como empresas.
Cuando una empresa o autónomo compra productos o contrata servicios, tiene que soportar el IVA, es decir, pagarlo al proveedor. Sin embargo, cuando vende sus propios productos o presta servicios, debe repercutir el IVA a sus clientes, incluyéndolo en la factura.
Por ejemplo, si una SL compra material de oficina, el proveedor le cobrará el IVA correspondiente. En cambio, si la misma SL vende ese material a sus clientes, deberá aplicarles el IVA en la factura, y serán ellos quienes lo paguen.
Dado que las empresas tanto soportan (pagan) como repercuten (cobran) IVA, están obligadas a presentar una declaración trimestral ante Hacienda. En este trámite, deben calcular la diferencia entre el IVA que han pagado y el que han cobrado.
Por ejemplo, imagina que una SL ha pagado 3.000 euros de IVA en compras a sus proveedores y ha cobrado 5.000 euros de IVA en sus facturas a clientes. En su declaración trimestral, deberá restar ambas cantidades (5.000 - 3.000), lo que significa que tendrá que ingresar 2.000 euros a Hacienda.
Este proceso se repite cada trimestre para regularizar el IVA y asegurarse de que la empresa paga únicamente la cantidad correspondiente.
Cuando una SL realiza ciertos pagos, está obligada a retener una parte del importe correspondiente y abonarlo directamente a Hacienda en nombre de la persona o empresa que recibe el dinero. Esto se conoce como retención e ingreso a cuenta del IRPF.
En otras palabras, en lugar de que el destinatario del pago liquide posteriormente ese impuesto, es la propia empresa la que descuenta la cantidad correspondiente y la ingresa en Hacienda.
Las sociedades están obligadas a practicar retenciones en los siguientes casos:
Estas retenciones deben ingresarse trimestralmente mediante el modelo correspondiente, garantizando así que Hacienda recibe las cantidades retenidas en cada periodo.
Tanto las empresas como los autónomos deben darse de alta en el Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE) antes de comenzar su actividad. Este trámite es obligatorio y sirve para clasificar el tipo de negocio que van a desarrollar.
Sin embargo, no todas las empresas están obligadas a pagar este impuesto. Solo deben abonarlo aquellas cuyo importe neto de la cifra de negocio supere el millón de euros al año. Es decir, si una empresa factura por debajo de esa cantidad, estará exenta del pago, aunque igualmente debe registrarse en el IAE.
Además de los impuestos estatales, una SL también puede estar obligada a abonar ciertos tributos municipales, dependiendo de si posee inmuebles, vehículos o hace uso del espacio público. Estos son los principales impuestos locales a tener en cuenta:
Cada ayuntamiento establece las cuantías y condiciones de estos impuestos, por lo que es importante consultar con el consistorio local para conocer las obligaciones fiscales específicas del municipio en el que opera la empresa.
Los tributos que hemos mencionado hasta ahora afectan a la SL una vez que ya está operativa. Sin embargo, antes de poner en marcha el negocio, hay que hacer frente a una serie de impuestos iniciales relacionados con su constitución y apertura. Estos son los más importantes:
La fiscalidad de una SL abarca diferentes etapas, desde su constitución hasta su funcionamiento diario. Como emprendedor, es clave conocer estos impuestos y tasas para evitar imprevistos y posibles sanciones por parte de Hacienda.
Sea como fuere, si necesitas ayuda sobre los impuestos que paga una Sociedad Limitada en España, no dudes en contactar con el magnífico equipo de profesionales de Asesorae.