El administrador mancomunado y el administrador solidario son dos roles cruciales en el funcionamiento de las empresas, con similitudes pero también contrastes significativos. Analicemos todas sus facetas.
El gestor de una empresa es la persona física o jurídica que lleva a cabo todas las actividades necesarias para alcanzar los objetivos establecidos. En otras palabras, realiza funciones fundamentales para el logro de las metas empresariales.
Las labores que desempeña están vinculadas con la planificación, organización y supervisión del control de la empresa. Desarrolla un papel crucial en la organización, lo que implica una amplia gama de funciones y responsabilidades.
Es crucial que el administrador tenga conocimiento de los elementos en diversas áreas, como finanzas e innovación, entre otras.
Dentro de las responsabilidades que asumen los gestores empresariales se encuentran:
Partiendo del hecho de que ya conoces lo que implica ser un administrador, ahora procederemos a clasificarlos en distintos tipos.
En este caso, una sola persona asume todas las responsabilidades de gestión y representación de la sociedad, aunque puede designar apoderados.
Esta figura es común en empresas pequeñas o familiares con un único socio principal.
La ventaja del administrador único radica en la rapidez de decisiones, sin necesidad de acuerdos con otros gestores, lo que agiliza las operaciones diarias.
Estas empresas cuentan con dos o más individuos que pueden ejercer funciones administrativas de manera independiente. Esto significa que un administrador puede tomar decisiones que afecten a la sociedad sin requerir el consentimiento de los demás.
Este modelo se emplea cuando hay varios socios y se busca simplificar los trámites.
Aunque se requiere un mínimo de dos administradores solidarios, tener muchos puede generar conflictos internos, por lo que no es recomendable.
Similar al caso anterior, aquí también hay varios administradores, pero deben actuar de manera conjunta y no pueden tomar decisiones individualmente.
Cualquier decisión debe ser aprobada por todos los administradores y para que un contrato sea válido debe ser firmado por todos ellos.
La ventaja de este sistema es la seguridad en la toma de decisiones, pero puede ser más lento y propenso a desacuerdos entre los administradores.
Por último, está el consejo de administración, que consta de tres a doce consejeros.
Este tipo de gestión implica la toma periódica de decisiones en reuniones donde se requiere mayoría para aprobarlas.
La Ley de Sociedades de Capital (LSC) establece que las Sociedades Anónimas con dos administradores deben ser mancomunados; con más de dos, se forma un consejo de administración.
En las Sociedades Limitadas, los estatutos pueden definir diversas formas de administración y la facultad de elegir entre ellas sin necesidad de modificarlos.
Cualquier modificación en la estructura de administración, incluso si no afecta los estatutos, debe ser escriturada ante notario e inscrita en el Registro Mercantil.
Si los estatutos solo establecen un rango de administradores, la junta general determinará el número exacto.
Ahora nos enfocaremos en los administradores solidarios y mancomunados. Estos dos tipos de gestores generan muchas preguntas sobre sus responsabilidades, funcionamiento administrativo y cómo abordar problemas entre ellos.
Tanto el administrador mancomunado como el solidario tienen responsabilidades.
Los socios solo responden hasta el límite de sus aportaciones al capital social y los administradores no están obligados a asumir las deudas sociales, salvo excepciones específicas.
En términos generales, los administradores deben actuar con diligencia en el desempeño de sus funciones.
Si incumplen sus deberes y perjudican a la sociedad, pueden ser responsables con su patrimonio personal frente a los socios y acreedores. Según el artículo 236 de la LSC, los administradores tienen el deber de responder por los daños causados.
Aquellos que aprueben o realicen actos perjudiciales responderán solidariamente, a menos que demuestren no haber participado, desconocer los actos o haber intentado evitar el daño.
En el caso de administradores mancomunados, suelen responder solidariamente, salvo si no participaron o intentaron detener los actos dañinos. Los administradores solidarios responden directamente por las deudas, aunque algunos puedan no estar involucrados y librarse de las consecuencias.
En cualquier tipo de administración pueden surgir conflictos inevitables.
Los administradores solidarios a menudo enfrentan problemas cuando uno o más toman decisiones sin consultar al resto. Sin embargo, esto puede ser beneficioso al permitir que la empresa continúe operando con el consentimiento de una parte de los administradores.
Para los administradores mancomunados, todos deben estar de acuerdo para firmar un contrato o acuerdo, lo que puede ralentizar decisiones importantes si algunos no están de acuerdo.
Como mencionamos, los administradores solidarios pueden firmar documentos relacionados con la sociedad de forma individual. La firma de uno, ya sea persona física o jurídica, es suficiente.
En contraste, los administradores mancomunados deben firmar conjuntamente. Es decir, se requiere el acuerdo de todos para avanzar con un contrato o acuerdo.
Una empresa puede adoptar diversas modalidades de gestión, como el administrador solidario y el administrador mancomunado. Se observan disparidades en sus métodos de operación y también en su responsabilidad frente a las obligaciones financieras de la compañía.
Para abordar estos temas complejos, es aconsejable buscar asesoramiento especializado que pueda ofrecer orientación integral sobre la administración empresarial. Si lo necesitas, te recomendamos contactar con Asesorae para la gestión eficiente de tu empresa.