En el ámbito de la contabilidad y las finanzas en España, se pueden encontrar modelos teóricos diseñados con el propósito de explicar y anticipar el comportamiento de individuos e instituciones, al mismo tiempo que facilitan la correcta administración de la tesorería en las empresas.
Uno de estos modelos destacados es el Modelo de Baumol y Tobin, una herramienta analítica que ha obtenido reconocimiento por su eficacia en la comprensión de la gestión de efectivo, particularmente en el ámbito de las organizaciones.
A continuación, nos adentraremos en una exploración más detallada acerca de qué es este modelo, cuál es su utilidad y cómo se lleva a cabo su aplicación.
El modelo de Baumol y Tobin fue concebido de manera independiente por William Jack Baumol y James Tobin en la década de 1950, y posteriormente fue perfeccionado por Miller y Orr en los años 60. Este modelo se enfoca en la gestión de tesorería, siendo de utilidad tanto para empresas como para situaciones de economía doméstica.
La premisa fundamental de este modelo es que las organizaciones deben mantener un equilibrio adecuado entre el dinero en efectivo disponible y otros activos, tomando en consideración los costes asociados a las transacciones y las oportunidades que se desprenden de mantener dinero en efectivo.
El modelo plantea que existe un nivel óptimo de efectivo y disponibilidades que tanto individuos como empresas deben conservar, minimizando así el coste financiero. Este nivel óptimo se determina mediante un equilibrio entre los costes relacionados con la conversión de activos en efectivo y los costes de oportunidad de mantener dinero en efectivo en lugar de invertirlo en activos que puedan generar un rendimiento.
Es uno de los principales modelos de gestión de tesorería, junto al modelo de Miller-Orr, el modelo de Stone y el modelo de Beranek.
La implementación del modelo de Baumol y Tobin en la gestión de tesorería empresarial garantiza que la compañía cuente con la liquidez suficiente para cubrir sus gastos operativos, como pagos a proveedores, nóminas y otros desembolsos, al mismo tiempo que minimiza los costes relacionados con la retención y el acceso al efectivo.
Asimismo, se centra en la reducción de los costes de transacción y de oportunidad, lo que habilita a la empresa a invertir los excedentes de efectivo en oportunidades rentables, manteniendo al mismo tiempo el nivel de liquidez necesario para el desenvolvimiento de sus operaciones.
Aunque el modelo de Baumol y Tobin es un pilar esencial en la política macroeconómica, su aplicabilidad en el ámbito empresarial es igualmente destacada. En este sentido, el Modelo Baumol y Tobin adquiere una relevancia particular al orientar a las empresas en la gestión eficiente de su liquidez.
En este contexto, se establecen objetivos específicos que se enfocan en la optimización de los recursos financieros, la minimización de los costes y la maximización de la rentabilidad. Entre estos objetivos destacan:
Mantener un nivel adecuado de liquidez es fundamental para la operatividad diaria de una empresa. El Modelo Baumol y Tobin ayuda a las empresas a determinar la cantidad óptima de efectivo que deben mantener para cumplir con sus obligaciones a corto plazo, como los pagos a proveedores, salarios y otros gastos operativos, sin incurrir en costes excesivos.
Cada vez que las empresas convierten activos líquidos en efectivo, incurren en costes. El modelo asiste a las organizaciones en la minimización de estos costes de transacción al identificar el punto de equilibrio en el cual los costes de mantener efectivo se equiparan con los costes de convertir activos en efectivo.
Optimizando la cantidad de efectivo que se mantiene, las empresas pueden invertir excesos de liquidez en oportunidades de inversión rentables. De esta manera, el modelo guía a las empresas para mantener un equilibrio, asegurando suficiente liquidez para las operaciones diarias mientras se maximiza la rentabilidad de las inversiones.
En un mercado caracterizado por su volatilidad, las condiciones económicas pueden cambiar rápidamente. El modelo proporciona a las empresas la flexibilidad necesaria para ajustar sus estrategias de gestión de efectivo, asegurando la resiliencia financiera ante cambios en las tasas de interés, la inflación y otros factores económicos.
El modelo se convierte en una herramienta estratégica para la planificación financiera, permitiendo a las empresas anticipar sus necesidades de liquidez, planificar para escenarios futuros y desarrollar estrategias proactivas para la gestión de su capital de trabajo y flujo de efectivo.
Con información basada en el Modelo Baumol y Tobin, los líderes empresariales pueden tomar decisiones informadas en la gestión de efectivo. Facilita una visión clara de los costes, riesgos y oportunidades asociados con diferentes niveles de liquidez, lo que contribuye a la toma de decisiones estratégicas.
La fórmula del Modelo de Baumol y Tobin se emplea para determinar el nivel óptimo de efectivo que una empresa debe mantener, teniendo en cuenta los costes asociados a la conversión de activos en efectivo y los costes de oportunidad derivados de mantener dinero en efectivo. El cálculo se expresa de la siguiente manera:
Siendo:
Fuente: Quipu
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